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Violencia en Costa de Marfil

El recuento de muertos en Costa de Marfil no cesa de elevarse. Los EEUU denuncian que son más de 200, con 90 torturados. La ONU comunica cifras que se acercan. Según crece el número es más fácil encontrar noticias en los periódicos, como yo he hecho en El País.

Hay mercenarios liberianos que parece ser participan en las matanzas. New Kru Town, el suburbio donde trabajaba en Monrovia, la capital de Liberia, es un barrio de ex-combatientes. Sin luchar su mirada es huidiza y su hablar poco claro, entrecortado. Cuesta imaginarlos, a pesar de los tatuajes y los cuadriceps victoriosos, casi de Usain Bolt, como ex-asesinos en serie.


Miro ahora a los chicos que limpian el compound. Debieron nacer en tiempos de la guerra, algunos no tienen padres, otros los han visto morir, la mayoría de malaria o tuberculosis. Pero también hay historias de asesinatos a machetazos, de barbaridades que cuesta incluso imaginar.

Me asusta la noticia porque la línea divisoria entre la vida cotidiana y el horror es muy fina en África del Oeste. Me han comenzado a contar historias, al final del día, cuando la consulta se vacía. LLegaban a sus casas, los obligaban a cargar con todas sus pertenencias, con los cañones en la boca, respondiendo "yes, sir". A veces violaban a sus mujeres, a veces asesinaban a sus padres. 

Eso es la guerra aquí (imagino que en todas partes). Ahora algunos son sus vecinos, y me lo cuentan y de nuevo sonríen. Definitivamente sus categorías mentales son distintas a las nuestras.

Hay algo diferente. Hasta donde sé toda la comunidad internacional en bloque apoya al candidato opositor, el presunto ganador legítimo de las elecciones. En esta ocasión Francia no apoya a un país y EE.UU. a otro, por ejemplo. Eso me alegra, pero me desconcierta un poco. 

En estos países hay inmensos recursos naturales. A unos 10 Km del hospital hay unas minas gestionadas por la London Mines Company. Dan trabajo a mucha gente, en condiciones no demasiado malas. Esa es una buena noticia para este lugar, sin demasiado para elegir. Imagino que a cambio las ganancias que salen del lugar son descomunales. 

Sólo hay que ver los directivos de las minas, gente normal, no perversa ni explotadora, pero que vive un ritmo de vida que en Madrid llamaría la atención, pero que aquí es impudoroso, por decirlo de manera fina. Al lado de los que las pasan canutan para pagar una transfusión yo diría que resulta obsceno. 

No sé si ellos lo pensarán, o qué opinión tendrán del conflicto que puede que se acerque en el país cercano. A lo mejor les da pena la gente con la que trabajan, igual están planeando ya la evacuación, por si acaso, quizás piensan en el dinero que pueden dejar de ganar, o creen que es una pena que estos países no terminen de salir adelante.

Yo creo que esos dos mundos son demasiado desproporcionados, asimétricos, como para que lleguen a juntarse en algún punto. Son mundos límite, que tienden al infinito. Como África, cuando ve que otro conflicto se acerca, como quién no tiene para pagar las medicinas de sus hijos y se mueren.

Deseo que no pase nada allí, en Costa de Marfil, porque imagino muchos como los de aquí, en Sierra Leona.

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De la realidad a la oficina

El lunes fui al occidente del país. A mí me gusta mucho esta región, quizás porque cuando empiezas a subir la montaña ya te invade el olor de la zona cafetalera, y no falta quien te ofrezca una taza de café recién tostado.

Precisamente, estos meses es la época de corte. Y los campesinos están contentos, porque en las primeras semanas se está pagando el galón de café (aproximadamente 3,78 kilos) a un euro y cincuenta centavos, y en un día se puede recolectar entre tres y cuatro galones.

Como me explicaban ellos, si una familia quiere comprarse un radio, o necesitan una cama plegable porque la familia creció, este es el momento del año en que pueden hacerlo.

En el Norte, en el valle del Aguán, el viernes desalojaron a las familias de cuatro cooperativas campesinas. La imagen es difícil de olvidar: la mayoría de las champitas (casitas hechas de nylon, madera, zinc viejo o paja) ardiendo; militares, policías y paramilitares, con la cabeza cubierta y armas de alto calibre, asegurándose que no quedaba nada ni nadie; niños corriendo de un lado para otro, perdidos; una muchacha con un bebé de 10 días, que casi no podía caminar porque le habían hecho cesárea; hombres y mujeres recogiendo en bolsas lo poco que tenían; las familias caminando hacia donde vive otra cooperativa, que les va a dar cobijo; porque donde caben 100, caben 200.

Por suerte, esta vez no hubo muertos, según dicen, gracias a la presencia de periodistas y organizaciones de derechos humanos.

Después de unos días de viajes por estas zonas, vuelvo a mi oficina, a mis reuniones, a mis proyectos, a mis informes… y me acuerdo que hoy es el día universal de los derechos humanos.

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Wikileaks

En uno de los momentos de uso y disfrute de Internet leí la noticia de la filtración de toda esa información “secreta”. Primer momento de desconcierto, ¿Wikileaks es una empresa? ¿Quién es ese tipo con nombre Español y apellido aristocrático? ¿Es un delincuente? ¿Es realmente tan importante que en la portada de uno de los diarios más influyentes se diga que tal político no es de fiar porque “no mira a los ojos cuando habla”?

Estoy desconcertado, perdido. El nuevo escenario me abruma. No sé qué es real y qué es montaje. No tengo ni idea de cuánto tiempo es bueno que invierta en esta noticia.

Salgo de la habitación de Internet. Los pacientes siguen pasando la tarde en los bancos del patio del hospital. Algunos me sonríen y saludan. Veo el cielo y atardece. Llega una camilla con un accidentado. Un niño come en un cuenco de arroz.

¿Dónde está la conexión? ¿Forma todo parte del mismo mundo? ¿Es real el “efecto mariposa?

Imagino que el detenido come como el niño, que contempla en algún momento el cielo como yo al salir de la habitación. Seguro que en algún momento yo también desvelé algún tipo de información que era mejor mantener en secreto (es decir, fui indiscreto), aunque no creo que cobrara por ello. ¿Será entonces que hablamos de un problema de magnitud? ¿Tendrá que ver un poco la felicidad con la bendita ignorancia de algunas cosas que pasan?

Lo que sí voy intuyendo es que con todo no puedo. Que no puedo dedicar demasiado tiempo a comprender qué importancia tiene que esa noticia sea primera página y al mismo tiempo estar con los del banco que pasan la tarde, o con el niño que come el arroz. Debo elegir y en el arte de elegir está el quid de la cuestión. Y elegir no es comerse la cabeza pensando qué voy a elegir. Todo tiene su equilibrio, su proporción, la magnitud que decía antes.

Hay que reflexionar, pero cuando haya que echarle una mano a alguien, o fijarse en la comida, o en el cielo, o en la sonrisa de alguien, no pensar demasiado y estar ahí. Y pensar antes y después para que llegado el momento estemos ahí, con lo que verdaderamente importa.

Yo es la única manera que tengo, incluso en África, sobre todo en África, de mantener algunas de mis certezas esenciales.

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Mi adviento

Pedro, un chavo de 20 años. La semana que viene abre su propio taller de balconería, emocionado. Vive en una zona preciosa, de ríos y montañas pegadas al mar. Sus horas libres las dedica al trabajo en una organización de protección de los recursos naturales.

Él cree firmemente en la necesidad de sensibilizar a su gente de la importancia defender los ríos de la zona, porque los están concesionando, privatizando. “Yolanda”, me dice, “la gente no es pendeja, pero el hambre es perra; las empresas llegan, regalan láminas de zinc y compran a los líderes”. Ahora están organizando una obra de teatro para presentarla en la plaza del pueblo.

Martiza, ex magistrada de lo que aquí sería la Audiencia Provincial. La expulsaron de la judicatura por decir que en Honduras hubo un golpe de Estado; y según ella, “no concebiría haber hecho otra cosa, porque mi vocación de jueza me hace trabajar porque en Honduras haya un verdadero Estado de derecho, y eso lo haré en el poder judicial, o fuera de él, para mi es mucho más que un trabajo”.

Leonel, un estudiante de 17 años. Sus padres hacen pan y lo venden en la aldea. Antes de ir a instituto, se va en bicicleta con su padre a vender. Y un fin de semana al mes participa en la Escuela de Formación Político Ciudadana, en donde se trabajan temas como la democracia, los modelos de desarrollo, construcción de lo público, etc. 

Leonel me cuenta que está contento de participar en esta Escuela, porque siente que le está dando las herramientas necesarias para poder participar en los asuntos de su comunidad, que afectan a todos y todas, y que sólo juntos podrán mejorar. 

Mario es ex fiscal. Hace dos años, siendo aún fiscal, estuvo con otros compañeros 30 días en huelga de hambre para denunciar la corrupción del fiscal general del Estado. Consiguieron su dimisión. Pero él decidió renunciar a su trabajo, para ser abogado de la gente que durante años ha visto que se le niega la justicia y la dignidad. Es parte de una organización que se llama “movimiento amplio por la dignidad y la justicia.”

Esta gente, y mucha otra, es mi adviento, mi fuente de esperanza en momentos difíciles. Son personas con miles de defectos y cualidades, como cualquiera. Pero a mí me transmiten lo que alguien muy querido nos recuerda a menudo: hay que atreverse a salir de nosotros mismos, a estar con los ojos abiertos, a mirar la vida, y a hacerlo con ternura y valentía. 

Ah!, y los cuatro tienen otra cosa en común: una sonrisa preciosa, que encandila y contagia.

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La muerte de Lesnie Nielsen

"Que un lapón te muerda en los huevos, eso sí es forma de morir!!!!!!!", parafraseando una escena de Agárralo como puedas.

Bueno, esto quizás no sea muy del blog, pero es que a mí me ha tocado muy cerca la muerte de Leslie. Uno de esos que parece que nunca se va a ir, hasta que de repente ya no está más. Lo peor es que me sentía un poco ridículo con este sentimiento tan profundo por la desaparición de un actor hasta que se me ocurrió ver los comentarios a la noticia en la web de El Mundo. Me he quedado paralizado y a la vez maravillado de lo que pudo conseguir un solo tío haciendo muecas:

1- La muerte de Leslie Nielsen ha sido la quinta noticia más leida de el día en la versión digital del mundo. Y habiendo temas como el Barsa-Madrid o las revelaciones de Wiki-Leaks sobre la relación EEUU-Espana, creo que es bastante determinante el ser la quinta noticia.

2- Ha habido 349 entradas de comentarios a la noticia, tan solo 200 menos que los comentarios que ha supuesto el 5-0 del Barca al Madrid, que ha sido televisado en todo el planeta.

3- Ni una sola de esas entradas es negativa, es un abrumador ejercicio de admiración hacia este hombre, que con cuatro gestos y unos buenos guiones nos ha hecho felices a todos durante varias décadas. Es más, lejos del talante competitivo, guerrero y mezquino habitual de estos comentarios, en este caso la gente se ha mostrado hipersensible y respetuosa hacia la figura del genio.

Por primera vez no ha habido discusión en el foro, acuerdo absoluto. Aunque hay 349 entradas para escoger, me quedo con esta de uno de los foreros:

"Nunca olvidaré como te enfrentaste al comando de carteros cabreados y como salvaste al Papa. Te prometo que mis nietos se partirán de risa con tus películas".

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EL PATIO DEL HOSPITAL

El hospital está construido alrededor de un patio que ocupa la parte central. Alrededor están las salas de los pacientes y los despachos comunes de médicos y enfermeras. Hay un corredor cubierto justo en la parte de afuera de las habitaciones, con bancos donde muchos de los pacientes, los que no están demasiado enfermos, se sientan a pasar el día. Algunos familiares duermen allí por la noche

El suelo del patio es de piedra enmohecida. Hay plantas dispersas, un depósito de agua, fuentes y más bancos en la parte central.

Todo parece hecho para que la gente se quede, al contrario que en nuestros hospitales, en los que todo parece hecho para que la gente se vaya lo antes posible.

Se hace de todo en ese patio. Las madres recogen la comida que se reparte dos veces al día. Dos cazos humeantes de arroz que cada uno complementará con su salsa. Los niños se lavan desnudos, de la cabeza a los pies, tiritando mientras se remojan a sí mismos, desde bien pequeñitos, con cazos de agua recogida de las fuentes. Hombres y mujeres se lavan los dientes, escupen, restregándose el torso desnudo mientras miran hacia la nada, sonrientes.

Los niños mean y las mujeres lavan la ropa o las ponen a secar. Yo paso de prisa por mitad del patio para acortar el camino y alguien me grita: “Opoto”.

Un amigo me dice que nuestro principal mandato en Sierra Leona es “hacer patio con ellos”.


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Es solo el juego

Estoy ya con los últimos capítulos de The Wire, sin duda una de las mejores series que he visto en televisión. También es verdad que toca muchos temas que me atrapan: violencia, mafia, venganzas…pero sólo en la ficción, eh.

En uno de los últimos capítulos, uno de los capos de la droga, el último en llegar, un tío emergente que se ha librado de tres o cuatro rivales de manera expeditiva, responde a uno de sus soldados cuando este le inquiere sobre el porqué de cargarse a uno, amenazar a otro, actuar a espaldas de todos y al final traicionarlos, con una laconica respuesta: - es solo el juego.

Me sorprendió la coincidencia porque hace escasas semanas me atreví a ver Wall Street II y en uno de los diálogos Gordon Gekko, otrora prototipo de hombre de negocios de éxito y con el cambio de siglo transformado en un gurú que llena salones de conferencias vendiendo humo, cuando justifica las trampas, zancadillas, corruptelas y demás acciones que han organizado su vida, sonríe con malicia y proclama satisfecho: - es solo el juego.

A pesar de que cada una de las historias trata sobre dos mundos aparentemente inconexos, en ambas se repetía la idea de jugar para mandar, dominar, controlar, juzgar, imponer y dictar. De pelear con toda la contundencia necesaria para satisfacer un ego atávico, un instinto poderoso porque embarga a los hombres desde que descendimos de los árboles y nos sacudimos el pelo de encima.

Pero mientras los que se desean poderosos juegan a ganar, quien sale perdiendo es siempre la mayoría, quien sin proponerse estar en el juego se convierte en un peón o un peldaño más; nunca o en contadas ocasiones los que juegan, porque para subir a lo más alto es necesario apoyarse sobre mucha gente.

Dentro de esta ilógica del poder que empapa todo lo que nos rodea, enseguida identifico a algunos de los mayores afectados: los refugiados de las infinitas guerras entre clanes de África por hacerse por el control de una zona, de sus recursos y materias primas; los trabajadores de mayor edad a los que se les expulsa del mercado de trabajo apelando a su escasa competitividad; las chicas jóvenes que se les rechaza de los trabajos ante la posibilidad de que se queden embarazadas; los ciudadanos de Estados Unidos sin atención sanitaria por no contar con un seguro.

Y como no los quince asesinados en la ciudad de Progreso, en Honduras, que nos comentaba Yolanda, y los niños que se escurren de la vida en Sierra Leona como arena en la mano.


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Un extracto de una canción de Frank Turner

Estoy un poco en barbecho intelectual….es como si mi cabeza solo respondiese a los estímulos que llegan tras la contemplación de la interminable bandeja de entrada del correo electrónico que uso para ganarme la vida… Me jode esa sensación de que se me acaban los días sin tener suficientes ratos para mí o para los demás….

Por suerte, entremedias siempre se me cuelan, como faros en la niebla, los susurros (o gritos en este caso) de algunos de esos visionarios que hacen que el resto del mundo despertemos de vez en cuando. Hoy, una vez mas, ha sido así para mi. Y gracias a Frank Turner me he parado, aunque sea unos minutos, a dejarme calar por estas verdades que se gasta y, de paso, a escribiros un rato. Os dejo esta frase de ahí arriba y si Gelito-Webmaster lo tiene a bien este video de su temazo:



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Se muere, se baila, se reza

Termina la época de lluvias dando su último do de pecho. Las tormentas cada vez son más espectaculares. Muchas tardes, desde el despacho de la pediatría, sigo viendo las luces de fondo, como de telón de fondo en una representación de Luces de Bohemia.

Hemos comenzado a experimentar la muerte de niños conocidos. Ha impreso en mí vívidamente la sensación de desigualdad en nuestro mundo. No lo vivo con culpa sino con dolor. No hay destinatarios, a todos nos corresponde un poco. Siento que algo debería ser distinto y que hay que construirlo desde todos los lugares y con cambios profundos de mentalidad. Complicado, largo, subjetivo, increíble.

La alegría continúa inalterable, mezclada absolutamente con todo. En una cama un niño muere, al lado un niño sonríe. El mundo se percibe con los colores de las ropas y los sonidos de los cantos. Se muere, se baila, se reza.

Hoy una enfermera me ha dicho: "Sólo Dios sabe por qué siguen en segunda ronda las elecciones en Guinea". El director de enfermería del hospital se pasea por las tardes imponiendo las manos a los enfermos, consolándoles. Mientras tanto los musulmanes rezan orientados hacia la meca. Todo es tan distinto y nosotros en medio, como los colores y la muerte.

Cuando piense en África y no esté aquí lo echaré de menos, es la primera vez que lo siento.

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Las cifras y los rostros de esta semana

La semana pasada comenzaba con la noticia de un asesinato a 15 personas en un campo de fútbol. Por supuesto, de nuevo, lo primero que dijeron las autoridades policiales fue que “esto fue un ajuste de cuentas entre maras”. Y se acabó la noticia y el caso.

A finales de la semana tuve una plática con un muchacho que vive en la colonia en donde sucedió el trágico suceso, la Rivera Hernández. Me decía que los vecinos y vecinas estaban realmente afectados, que la colonia no levantaba cabeza, porque si era posible hacer esto en pleno día, en una de las pocas actividades de ocio que tenían en la colonia, los partidos de fútbol, ¿qué les quedaba?

Pero que lo peor había sido para ellos, la condena de las autoridades a las víctimas. “Mi hijo era un albañil, un chavo honrado, lo estoy enterrando sin saber por qué; aun no lo terminé de velar, y lo están llamando marero, es decir, asesino, ladrón…¿ por qué nos pasa esto? “.

La Rivera Hernández es una de esas colonias malditas, de las que se dicen que “entras si quieres, sales si puedes”. Está ubicada en los llamados cordones de pobreza de la mayor ciudad industrial del país, San Pedro Sula, a los largo del bordo de los ríos más acaudalados de Honduras, y que más problemas causa en caso de lluvias o tormentas.

Varios de sus pobladoras y pobladores le ponen el rostro al 66% de las familias hondureñas que viven por debajo de la famosa y maldita línea de la pobreza; en muchos casos familias campesinas que ponían su esperanza en la vida de la ciudad, o chavos y chavas jóvenes que esperan su gran oportunidad de trabajo en la maquila, y si no la encuentran, se van de mojados.

Estos son los mismos hombres y mujeres que luchan cada día por sobrevivir, y que se organizan para apoyar el único centro de salud que tienen en el barrio, regentado por la parroquia del lugar, y con un médico que llega algunas horas al día. Pero como dicen ellos, “ahora que conseguimos que haya un médico que quiera entrar aquí, más fácil será conseguir el pisto que falta para ayudar a pagarlo”.

Esta misma semana me entero que la Unión Europea ya dio 40 millones de euros a la policía hondureña, según ellos, con muchos controles, pero no han pedido ningún tipo de depuración dentro de los cuerpos policiales. Y es que la seguridad es cara, una bomba lacrimógena, tan populares en estos días y en estos lares, cuesta casi 100 euros. Para nuestra tranquilidad, también informaron que aportaron 1 millón de euros para los defensores de derechos humanos, porque son conscientes “de que sigue existiendo peligro”.

Y me entero también para terminar la semana, que en el presupuesto hondureño de 2011, suben las partidas de la Secretaría de Seguridad, de Defensa y de la Presidencia; a cambio, bajan las de partidas de la Secretaría de Educación, Salud y COPECO (la instancia encargada de atender las emergencias por desastres naturales).

“El Estado crea “los indeseables”, al dejar de cumplir las funciones sociales para las cuales fue históricamente creado, y después los margina, excluye, confina, o mata (o deja matarlos)”. Juez Cançado Trindade, en el caso Servellón vs. Honduras, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

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Un altar para dominar el mundo

Mañana, sábado, seis de noviembre, el Papa Benedicto XVI se desplaza a Santiago de Compostela con motivo de la celebración del Año Santo.

A la previsible llegada de miles de fieles al encuentro con el embajador de la paz, se ha unido un desmesurado contingente policial que se ha desplegado a lo largo de la última semana por toda la ciudad. De modo que los compostelanos conviven estos días con nutridos pelotones de policías y controles en todos los puntos de acceso .

Hay que añadir, además, que desde el miércoles un helicóptero sobrevuela a todas horas los tejados y policías nacionales acompañan en cada vagón los trenes con destino Santiago.

Bajo estas circunstancias hay que esforzarse en recordar que quien visita la ciudad es el santo padre y no el presidente de Irán, Siria o cualquiera de esos países amigos de occidente.

Benedicto XVI aterrizará en el aeropuerto de Santiago a las 11:30 horas. A pesar de reiterarse que se trata de una cita de carácter únicamente pastoral, le recibirán en el aeropuerto los Príncipes de Asturias, el vicepresidente del Gobierno y el jefe de la oposición.

Tras un breve encuentro con cada uno de ellos, el sumo pontífice recorrerá los 11,6 Km. que separan el aeródromo del centro de la ciudad en el llamado Papamovil, ajeno al peligro cotidiano de los radares, pues con la intención de facilitar el saludo de sus adeptos reducirá la velocidad a unos 15 Km./h.

De nuevo apelando a motivos de seguridad, se han prohibido aparcar ambos lados de la carretera en todo el recorrido y se ha procedido a retirar todos los contenedores.

En sus aparaciones en los medios de comunicación, las autoridades eclesiásticas y gubernamentales están exhortando de manera encarecida a los ciudadanos a recibir a su santidad en el trayecto hacia el Obradoiro. Por el contrario en algunos balcones de la ciudad preside un cartelón que reza: Eu non ten espero.

Bajo este rótulo se agrupan diversos colectivos de la sociedad civil de Santiago que tachan la visita de inoportuna, habida cuenta principalmente de los gastos que su organización implica para las arcas públicas, estimados por la administración gallega en unos 4 millones de euros, cifra que otras fuentes elevan a 9 millones.

El punto álgido de la presencia del santo prelado será la misa solemne que presidirá en la Plaza del Obradoiro a partir de las 16:30 horas. Los fieles que deseen asistir y no cuenten con invitación deberán ocupar las 6.000 plazas previstas a partir de las 08:00 horas de la mañana.

Para albergar a la curia y demás autoridades que asistan a la ceremonia, en uno de los laterales del Obradoiro se construye desde hace semanas un altar. Se trata de un impresionante escenario, a cargo de un reputado arquitecto gallego, de líneas depuradas y vestido de un blanco inmaculado. Su coste asciende a trescientos mil euros. Una vez finalizada la ceremonia, se procederá a su desmantelamiento pues no se ha previsto que tenga nuevos usos.

Ocho horas después de aterrizar en Santiago, tras bajar al centro de la ciudad, visitar la catedral y presidir la eucaristía, el Papa retornará de nuevo al aeropuerto. La gira continua y la próxima actuación tendrá lugar el domingo en Barcelona para consagrar la Sagrada Familia.

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Visita al pueblo lenca

Esta semana he visitado el departamento de Intibucá, una de las zonas indígenas de Honduras, en donde vive el pueblo lenca. Lenca, en su idioma, significa “pueblo de muchas aguas”. 

Y precisamente el motivo de nuestra visita era conocer la lucha que estaban teniendo en contra del otorgamiento ilegal de varias concesiones para explotar los ríos de las comunidades a empresas generadoras de energía eléctrica, ya que se concedieron sin antes haber realizado el derecho a la consulta de los pueblos indígenas y tribales, como dispone el Convenio Internacional 169 de la OIT, de los pueblos indígenas, y las leyes hondureñas.

Yo siempre he admirado su manera de defender su tierra, sus bosques, su agua. Su determinación y su inteligencia para aprovechar la lucha legal, su lucha en la calle, yendo casa por casa explicando a los vecinos la situación, convocando a cientos de personas para hacer plebiscitos comunitarios… Pero en esta ocasión, los primeros quince minutos de nuestra visita merecieron el viaje. 

Y es que, cuando llegamos a su sede, llamada “Utopía”, estaban preparando un altar con maíz, agua, incienso, frutas, una pequeña cruz de madera, frijoles, y plantas medicinales. Como nos explicó Doña Pascuala, forma parte de la tradición indígena de orar por la tierra para cultivarla, para sembrar los granos básicos y para la recolección de sus frutos. 

“Nosotros hacemos la ceremonia de la compostura de la madre tierra, y hacemos bendiciones del agua. Siempre debemos dar gracias por el sol, porque el sol es la vida y la salud. Damos gracias por las montañas, aquí somos ricos con los recursos naturales”. 

El altar, y toda la ceremonia, fueron una mezcla de ritos católicos e indígenas. Por supuesto, lo lideró Doña Pascuala, o Pascualita, como le llama cariñosamente la gente, ya que ella es la líder espiritual del Consejo de Ancianos y Ancianas Lencas. 

Pascualita es una mujer de edad indefinida, un metro y poco de estatura, que siempre va con un pañuelo colorido en la cabeza, un bolso con no menos colores, y descalza (ella me ha sorprendido más de una vez con mi mirada fija en sus pies). 

Con miles de arrugas en la cara, pero unos ojos que sonríen solos, o que echan chispas cuando se enojan. Pascualita es analfabeta, como muchas mujeres lencas, pero en su oración nos recordaba que somos hijos e hijas de la madre tierra, no sus dueños, y que como una madre debemos cuidarla, defenderla, quererla. Y es desde aquí que tenemos que entender todo el trabajo y lucha. Luego, le dio la palabra al sacerdote católico que estaba presente en la ceremonia. No tuvo nada más que añadir.

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Luces

La noche ha llegado. Hace ya un rato que puedo escuchar las cigarras. Hoy no hay luna pero las estrellas no se ven bien porque nubes espesas encapotan el cielo. Ha llovido por la tarde, como suele hacerlo aquí. Repentinamente, casi rabiosamente.

Los grandes charcos se han formado por todas partes pero la capacidad de absorción de la tierra es tal que no quedan más que pequeñas acumulaciones que se pueden pisar sin miedo a mojarse. Es necesario el frontal para no aplastar los miles de caracoles que a estas horas inundan los caminos, o para evitar las temibles serpientes (aunque yo no he visto ni una: Ana dice que el otro día vio una cola negra que enseguida reptó hacia la hierba frondosa).

Resplandecen a lo lejos destellos de tormenta. La luz se ve rojiza, seguramente porque aunque no lo veamos los últimos rayos del sol terminan por desaparecer en alguna parte. Debajo de los rayos, que aparecen y desaparecen, como en una coreografía de obra de teatro, tintinean centenares de luciérnagas. Algunas hacen curvas que dejan haces fugaces, que enseguida desaparecen.

Un regalo. Las hermosas luces de la noche africana.

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Reflexiones de un domingo desde mi ventana

Se adentra ya el invierno en las avenidas de Nueva York. Se acabaron las camisetas y las rayban. La pana y el borreguillo acechan en mi armario esperando mi señal. Fuera los zumos y el agua con hielo, el café caliente vuelve a hacer acto de presencia…. Espero que os llegue un poco de su calor en esta foto de mi desayuno improvisado junto a la ventana…

Y hablando de ventanas! Abrir demasiadas es quizás mucha corriente, pero yo siempre he sido de los que no se constipan. Desviarte en cada curva del camino impide con toda seguridad llegar al destino, pero a mí no me han gustado nunca las malditas líneas rectas. Caminar sin rumbo provoca ansiedad pero, amigos, que hay de la adrenalina de no saber lo que va a pasar? El “subidón” casi obsceno de saberse maleable por cada experiencia, cada persona que se cruce en tu vida y dejarte reinventar?

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Últimamente he reparado en la hipocresía de esta frase. Si uno no tiene destino o no lo busca porque estás ocupado dejándose sorprender por el camino, cual es la diferencia entre una rata en el laberinto y un homo sapiens hecho y derecho como se supone que debemos de ser?

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El vendedor de fruta

Un viejo vendedor de fruta espera delante de casa de los hermanos de San Juan de Dios. Puede estar horas, hasta toda la tarde, rodeado de pomelos y mangos, esperando que llegue el hermano encargado de la cocina. Pasamos por delante de él al terminar de comer y nos saluda.

Es un hombre que parece viejo pero que seguramente no sabe su propia edad. Negro, delgado, arrugado, vistiendo pantalones de tela veis, una camiseta tipo sport azul marina y un sombrero rojo. Está sentado de cuclillas, y para preguntar por el hermano levanta la mano señalando el cielo con el índice. Como no sabemos cuando va a llegar el hermano sonríe y se encoge de hombros.

Regresamos a por agua, a media tarde, y allí sigue. Ya no pregunta nada. Ha cambiado de lugar y juega con una rama de palma. Ahora nos fijamos más en la fruta que en él y vemos que no hay sólo pomelos y mangos, sino plátanos y alguna que otra cebolla. ¿De dónde sacará las cebollas?

Anocheciendo se va. El hermano no ha aparecido. Mete la fruta en el saco y regresa a su casa, que quizás quede cerca, quizás lejos y tenga que pedir posada en casa de alguien que le cobrará 1.000 leones (5.000 leones es manos o menos un dólar americano).

Volverá otro día, se sentará delante de casa de los hermanos, y esperará a que llegue el encargado de la cocina.

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La realidad supera la ficción y me llena de preguntas

Estos días estuve en un seminario en San Salvador, sobre la situación de inseguridad y violencia en Centroamérica, por desgracia, tema de máxima actualidad en estos países. Y es que, por ejemplo, en Honduras, hay una tasa de 58 homicidios cada 100 mil habitantes; sólo para tener una referencia, la OMS considera que hay pandemia cuando mueren más de 10 personas cada 100 mil habitantes. Fue un análisis con la gente sesuda de las UCAs (las universidades jesuitas) y otras universidades.

Pero mientras nosotros estábamos encerrados en el Centro Loyola -he de decir, que mucho más bonito que el vigués-, la realidad externa planteaba aun más retos: el día de comienzo del seminario, San Salvador se quedaba semiparalizada, porque supuestamente, las maras obligaban al transporte a un paro de 72 horas, bajo la amenaza de quemar autobuses y matar a los conductores.

Una carta firmada por las dos principales maras circuló por los medios de comunicación, en la que, primero de todo, pedían perdón a la ciudadanía por estas medidas; después, explicaban sus demandas: que no se aprobase la ley antimaras, que se mejoraran las condiciones en las cárceles, y que hubiera trabajo y educación para la gente joven, ya que solo de ese modo no habría pandillas. 

El mismo día, en San Pedro Sula mataron a 17 personas en una zapatería. A las dos horas, el ministro de Seguridad decía que fue un problema de maras; a las dos semanas, salía en los periódicos que uno de los autores de la masacre, marero, se había muerto en una confrontación con la policía. 

Y a mí, qué queréis que os diga, me entran miles de dudas y contradicciones… desde luego, en San Salvador las maras tienen aterrorizados a los conductores de autobús, pero, ¿será una ley antimaras la solución a todos los problemas? ¿ Será posible que una policía de investigación hondureña consiga determinar en dos horas el móvil de un delito? No es por desconfiar de su eficacia, pero cuando Pepe Lobo estuvo en España en abril, y le preguntaron por la investigación de los 8 periodistas asesinados en dos meses, él respondió pidiéndole ayuda a los países europeos porque los policías hondureños no estaban muy capacitados en la investigación…

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Querido sol, playa, mar...

Queridos sol, playa, mar. Estimadas chanclas, apreciados bañadores y elegante tabla de surf

Siento mucho tener que despedirme de vosotros, pero sabíamos todos desde un principio que nuestra relación era solo temporal.

Si, es cierto, no os puedo reprochar vuestro malestar, pues yo también me confundí un poco y llevado por la emoción y la intensidad de los meses que hemos pasado juntos llegué a pensar que lo nuestro no se acabaría. Pero siempre tiene que venir el Otoño con su habitual arrogancia a teñirme de marrón el corazón.


En fin, espero que este año el Invierno castigue pronto al Otoño y que la Primavera se salte algún que otro puesto fronterizo y le hago cosquillas al friolero Marzo.

Os esperare con ansia desde el alfeizar de mi ventana.

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Opotos

Al hombre blanco en Sierra Leona se le conoce como “opoto”. Hace muchos años navegantes africanos llegaron a estas tierras en busca de riqueza, y en aquel tiempo el negocia se hacía con la trata de esclavos. Casi todos los navegantes procedían de Oporto, una ciudad de mar que en realidad es de río. Por alguna razón los blancos que llegaron se quedaron con el nombre de la ciudad y aun hoy para asustar a los niños nos señalan con el dedo y dicen: “Opoto”. Por razones de supervivencia adquirida genéticamente o simplemente porque somos de distinto color de piel, el niño, cuando es suficientemente pequeño, se esconde despavorido.

El nombre del país nace también de manera curiosa. En Sierra Leona no existen los leones. Parece ser que cuando aquellos navegantes portugueses se acercaron al país por primera vez fue en época de lluvias. El rincón en el que decidieron desembarcar estaba protegido por una bahía rodeada de colinas que la ponen al abrigo del viento, en lo que es hoy la ciudad de Freetown. En época de lluvias las tormentas vespertinas no son extrañas y los barcos fondearon en aquella bahía con el coro de truenos y relámpagos de una de esas tormentas. Las colinas que protegen a la bahía son tan cerradas y en aquel entonces tan tupidas de vegetación que hacían una especie de caja de resonancia para la tormenta, de manera que la sierra “rugía como una manada de leones”. Así surgió el nombre de Sierra Leona.

Como diría Eduardo Galeano, las cosas se llaman como lo que no son y la realidad no es como parece. En toda África del Oeste pero especialmente en este país existen las llamadas “sociedades secretas”. Todo el mundo pertenece a ellas y todo africano las conoce. Hay una para las mujeres, llamada “Bondo” y una para los hombres llamada “Poro”. Da igual que después los miembros sean católicos, musulmanes o protestantes. Un africano va a misa y después pasa por el ritual de paso de edad en la reunión de la sociedad secreta. Hace poco tiempo el director de hospital, un hombre razonablemente culto y bien formado, ingresó a la chica que le lavaba la ropa en su casa por un ataque epiléptico. Cuando le preguntamos si ya había sufrido ataques antes lo negó y murmuró algo al oído de la enfermera. Después ella me explicó que la niña estaba siendo llamada para hacer la transición de edades y pasar de la niñez a la edad adulta. Sin discusión, sin atisbo de duda.

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Multinacionales, bananas y golpes de estado

Leído en El poder del perro, de Don Winslow, el libro que me ocupa estos días, una historia de mafias, drogas y su relación con el poder. En las librerías se encuentra en la sección de ficción, pero bien podría estar en la de Historia o de temas de actualidad:

"Alguien que saca droga de Honduras es casi tan sorprendente como alguien que vende perritos calientes en un estadio. Honduras, la república bananera por antonomasia, posee una larga y distinguida historia en el tráfico de drogas, que se remonta a principios del siglo XX, cuando el país era propiedad de la Standard Fruit y la United Fruit.

Las compañías fruteras tenían su sede en Nueva Orleans, y los muelles de la ciudad eran propiedad de la mafia, la cual controlaba a los sindicatos de estibadores, de modo que si las compañías fruteras querían descargar sus bananas procedentes de Honduras, los barcos debían transportar algo más que bananas. Entró tanta droga en los USA a bordo de aquellos barcos bananeros, que la heroína llegó a llamarse banana en la jerga de la mafia".

"(…)Mette era químico de los gomeros* en los días de la heroína en México. Se salió justo antes de la Operación Cóndor. Y volvió a su Honduras natal y al negocio de la cocaína. Corre el rumor de que Mette en persona financió el golpe de Estado que derrocó en fecha reciente al presidente de Honduras".

* Término para designar a los trabajadores que cultivaban amapola para la elaboración de heroína.

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La alegría y la muerte

Escuchaba el otro día en un programa grabado de radio a Luis María Esplá, torero retirado, que la vida de los africanos se parece a la de los toreros. La muerte está presente en la vida cotidiana como una posibilidad muy real. Hace un tiempo visitó África, y le llamó la atención tanta alegría en medio de situaciones tan difíciles. Su explicación es que la alegría brota de vivir sencillamente, sin excesivos dramatismos, esa posibilidad.

No sé si eso les pasa a los toreros pero es verdad que sucede en África. La muerte se vive con mucho dolor. El dolor se expresa con el cuerpo. Con la muerte del hijo la madre se palpa el vientre y los pechos, da palmadas y canta, se tira al suelo, danza. Elabora un ritual con pocas palabras y no se pregunta nunca el “por qué”.

Sorprende la convivencia tan estrecha entre extremos que nosotros vivimos como irreconciliables. La falta casi de pudor, la no privacidad. Casi todo se hace delante de otras personas, y en esto entra mucho de lo importante para la persona. El nacimiento, el amor, la muerte, el propio cuerpo.

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Un país en donde nunca pasa nada… o en el que todo es posible

Notinada, el país donde nunca pasa nada es un programa de humor que emite Radio Progreso, una parodia de los noticieros nacionales y de su intento por mostrar que este país va mejor que nunca. Desde luego, os puedo asegurar que ya los noticieros de los medios de comunicación masivos parecen de broma, la capacidad de mentir descaradamente sorprende cada día. Ahí va el botón de la muestra: según todos los medios de comunicación, las elecciones de 2009 fueron las más votadas de la historia, y las más democráticas; por supuesto, ningún medio de comunicación masivo habló de la represión que hubo esa semana….

Y es que en realidad, este es el país en el que todo es posible. Podemos elegir entre la línea tradicional, como el hecho que la mayoría de los diputados de esta nueva “fase democrática” apoyaron el golpe de Estado; otras más originales, como que se clonó el Boletín Oficial del Estado para que pareciera que en el Congreso se había concesionado parte de un río para hacer una represa… ah!, y es que en el golpe de Estado publicaron una ley que permite concesionar partes de los ríos.

Tres pueblos en uno

El otro día fui a San Juan Pueblo, una aldea a una hora de El Progreso, un pueblo de carretera con mucha gente de paso, y conocido por ser bastante inseguro. Ciertamente, nunca me había fijado que esa zona, hasta que hace unas semanas en la radio empezamos a conocer que uno de los empresarios más importantes del país está construyendo varias represas en los ríos de esa zona. Primera sorpresa: la siguiente vez que pasé por ahí me fijé que realmente había unos ríos chulísimos, con unas montañas que se perdían en las nubes. Y es que, como me dijeron después unos compas, ahí hay una reserva protegida, Pico Bonito; y debe ser así, porque dicen que en los picos hay un microclima en el que llueve todos los días. Imaginaros la vegetación por esos lares.

Nosotros no pudimos subir hasta esos picos, porque en la falda de la montaña había un cartel de “no pasar” y un ingeniero de la empresa que está haciendo la represa. Cuando le preguntamos al señor por qué no podíamos pasar, ya que era un camino para todo el mundo, nos contestó: “ claro que sí, es un camino para todo el mundo; lo único que tienen que hacer es llamar el día antes a la empresa para que les de la autorización para pasar”. Me pregunto yo qué harán cuando tengan una propiedad privada… Llegamos entonces a la zona en donde estaba la gente del pueblo reunida. Y entonces me llevé la siguiente sorpresa con San Juan: ahí estaban reunidos el párroco, gente la parroquia, maestros de escuela, asociaciones de vecinos (que aquí se llaman patronatos), chavales… porque la reunión se trataba de defender sus ríos, y de exigirle a la empresa que está construyendo la represa que socialice el estudio de impacto ambiental. Y es que como ellos decían, San Juan tiene claro que es necesario echar los restos para defender lo que es de todos.

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Nubes al otro lado

Llueve como imaginaba, antes de venir, en la época de lluvias de un país tropical. Todavía no hay luz en la casa de voluntarios, el generador se conectará a las siete y media, y por eso escribo con una linterna frontal. Estamos en el pequeño pueblo de Mabesseneh, en la región de Lunsar, hacia el interior de Sierra Leona.

Desde que llegamos hace un mes casi no casi hemos salido de ese pueblo. A veces por la tarde paseamos por las afueras del hospital, siguiendo el camino hacia la derecha o hacia la izquierda. Esa es la opción que podemos escoger. Sin que importe cuál elijamos, siempre hay niños que se acercan, que sonríen y que tienen tantas ganas de jugar que pueden llegar a ser hasta un poco pesados. No hace falta ser especialmente cariñoso o empático. Ellos te rodean, agarran tu mano, preguntan el nombre y repiten “ciao, ciao”, creyendo que somos italianos.

Durante el día pasamos gran parte de la mañana y de la tarde en el hospital. Ana trabaja de nuevo en la farmacia, ordenando e intentando comprender la lógica del almacén de medicamentos. En un nuevo quiebro de mi sinuosa trayectoria, yo trabajo en la pediatría.

Mientras os escribo, Ana elabora una lista de medicación disponible que va a caducar y sería bueno usar cuanto antes. Como en Liberia, no existe un concepto claro de “caducidad”. Las cosas caducan cuando se terminan. Y cuando existen y se da un segundo paso que es “las tenemos”, se usan. ¿Cómo no va a funcionar algo que se mete por la vena? Y sobre todo ¿Cómo va a hacer daño algo fabricado en los Estados Unidos o en Europa? Si vienen de allá y allá no se mueren tan pronto, malos no pueden ser.

El que yo esté en Pediatría tiene que ver fundamentalmente con dos cosas. La primera, que aquí se mueren niños muchos días. La segunda, que el acceso de la población a la pediatría de nuestro hospital está facilitado por un hermanamiento que existe con el hospital de los hermanos de Sant Joan de Deu en Barcelona, por el cual los gastos del ingreso los asume dicho hospital de Barcelona.

Trabajo con otro médico cooperante catalán que por supuesto se llama Jordi y que compara la planta de pediatría en el hospital con la subida del protagonista de Apocalipsis now por el río en plena selva de Vietnam.

La situación es la siguiente. Cae la lluvia que os contaba al principio. Va quedando todo en penumbra y no han retirado un pequeño cadáver que no se puede trasladar hasta que termine de llover. La enfermera canta una mezcla de espiritual negro y gregoriano. Nosotros escribimos en la historia clínica del chaval recién ingresado que después de la segunda infusión de quinina la glucemia es normal pero que el paciente ha comenzado a vomitar hierbas por la administración de medicina nativa. Se sigue haciendo de noche, la penumbra ya lo inunda casi todo, pero llegan las siete y media. Viene la luz y ya podemos conectar el oxígeno, pedir pruebas al laboratorio y quizás después conectarnos un rato a internet para enviar esta crónica. Vivimos en un mundo precario, con la tragedia a flor de piel, pero al que llegan las ondas de otras orillas si tienes los recursos suficientes. Mi misión es, a través de esos recursos, contaros sobre las “nubes del otro lado”.

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Subiendo la carga a doscientos…..¡apártense!

Es siempre de lamentar cuando alguien no deja. La pérdida es irreparable, nos ensombrece y duele, pero si se trata de un ser tan joven, con tan poca vida en su haber, la ausencia resulta insoportable. Cuatro ventanas abiertas irrumpió sin grandes aspiraciones, nació frágil y tímido, delicado de salud y así tras algunas entradas enfermó de gravedad.

La verdad, a estas alturas sus progenitores habíamos asumido su desaparición, pero no contábamos con la tenacidad mular de su médico de cabecera: Federico Ramón, quien se resistía a certificar su fallecimiento.

Antes bien, con la habilidad y parsimonia que otorgan cinco años en las trincheras de uno de los más combativos hospitales, el galeno no vaciló, agarró el desfibrilador e impactó una contundente descarga sobre el corazón de este proyecto. Claro que a la primera el músculo ni se inmutó -el suspense obliga-, tuvo que ser tras la aplicación de un segundo golpe cuando un leve pitido, mínimo, casi imperceptible denotó que todavía corría un hálito de vida entre la maraña electrónica que lo sustenta.

Todavía no está claro si la mejoría es estable. Tras lo vivido, en el parte médico se impone la precaución. Si para su correcto funcionamiento se necesitan dos ventrículos y dos aurículas, por el momento sólo tenemos aseguradas una de cada. Esperemos que las dos cavidades restantes se den por aludidas, y se dilaten y contraigan como imponen los dictados de la creación.

El tiempo de reposo no ha sido en balde. A este humilde cuaderno de bitácora, caja negra de los escritos de sus autores, ventana abierta a esplendores tropicales, húmedos granitos y furias urbanas, se le ha añadido una adiposidad. A partir de ahora, un servicio de suscripción vía e-mail (ver columna de la derecha) llevará a los correos de sus lectores las novedades que se produzcan, sin tener que entrar en él de manera rutinaria.

Nada más que recordar que en la trayectoria de este blog figura ya una muesca de fracaso, sus impulsores intentaremos evitar nuevos baches.

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Entroido

Han caído decenas, mas bien centenas, aunque bien podrían ser miles. Todos en acto de servicio. A pesar de haberse rajado en canal, eviscerado y despiezado sus cuerpos, creo que han tenido un final honroso. Incluso tras ahogar sus restos en caldos reverdecidos.

Se han empleado toneladas de harina dispuestas en filloas, orejas y flores. Se han derrochado miles de litros de recios tintos y con la excusa de templar el estómago después de la ingesta, absorbido digestivos de voluminosa graduación.

Las plazas, abarrotadas hasta la saturación. Las charangas azotaban los tambores como en un trance místico. Los colorines de los disfraces vestían las calles. Allá tres futbolistas vestidos de corto, unidos sus costados por un tubo como muñecos de futbolín, muchos médicos, enfermeros y demás asistentes para curar la crisis. El mejor, un caballero de la mano en el pecho como el del cuadro del Greco. El peor, un patético que pretendía ser Superlópez, pero todo el mundo lo identificaba con Superman.

Ayer, miércoles, en el tramo final se despacharon miles de sardinas inocentes y se condenó sin ningún remordimiento a cientos de mecos al infierno de la hoguera. Permanece a la espera de juicio, el loro Ravachol, en Pontevedra, pero nadie da un duro por su salvación.

El entroido se acabó, la orgía grotesca finalizó, que se prepare el siguiente festín.

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Mariposas blancas y negras

Kapuscinski escribió que África, en realidad, no existe. Es demasiado grande y demasiado compleja para reducirla a una sola palabra. A la inabarcabilidad se une en mi caso la novatada. Llevo muy poco tiempo en África, tan sólo unos meses. Comienzo a acercarme al misterio de las personas y su paisaje. Desde esa situación precaria me atrevo a escribir. Y por eso mis escritos no pueden ser relatos o crónicas sino esbozos, croquis, trazos de percepciones y reflexiones, a menudo desordenados y caóticos.

La realidad en la que ahora vivo está marcada además por una historia de guerra muy reciente. El país es Liberia, África del Oeste. Estos mismos días se juzga a Charles Taylor en la Haya, presidente hace unos diez años. Aunque la causa principal del juicio se refiere a los crímenes de guerra cometidos en Sierra Leona, se le podría juzgar igualmente por los mismos hechos en Liberia. A él y a muchos de los que aun protagonizan el día a día político y económico del país. La guerra adquirió en esta parte del mundo grados de brutalidad poco habituales.

En mitad de todo, en el núcleo de todo, la gente. Aquellos que cocinan en hornillo precario de tres latas y van a buscar agua a la fuente para lavarse, cocinar y beber. Personas que sí recuerdan a las de cualquier barrio de Madrid o Vigo. Aunque nos separen grados de comodidad siderales, en lo fundamental compartimos la sonrisa cotidiana, el cuidado de los niños, el comentario del partido del fin de semana y las tristezas habituales. En los momentos lúcidos compartimos también la esperanza y la indignación, a partes iguales. Imaginad cualquier muestra aleatoria tomada en nuestras ciudades y allí encontrareis a los que nos acompañan en Liberia. Gente sencilla, normal. Su heroicidad no consiste en ser mejores que nosotros sino en vivir esa cotidianidad tan dura manteniendo dignamente los hábitos que nos hacen personas.

Un poema cuenta que la mariposa blanca es el bien y la mariposa negra el mal y que en medio vuelan todas las mariposas de verdad de mundo. En Liberia esa metáfora se plasma de manera aplastante. La muerte está mezclada con la vida en todas las familias sin diferencias de edades o dietas bajas en colesterol, porque la deshidratación ataca a aquellos que para combatirla tienen que beber agua sucia, que son la mayoría. La generosidad más absoluta se mezcla con el hurto necesario para sobrevivir, porque si te acercas a una cazuela de arroz cualquiera te dará de comer, y al mismo tiempo desaparecerán los suministros de tu almacén de medicamentos de manera inexplicable.

Los niños entran y salen de casas sin puertas corriendo, sin hora y sin supervisión, con la única brújula de su instinto recién estrenado y todos los días cuidarán de su hermano más pequeño, aunque a veces les atropellará un coche por perseguir un trozo de neumático. Los buenos propósitos y las buenas ideas de las ONG se mezclan con fracasos más o menos rotundos y lo que en principio es una ayuda al final puede llegar a ser una carga, porque una empresa puede generar dinámicas de autonomía y justicia más profundas que nuestros confusos proyectos, que además suelen tener la coartada de la buena voluntad. No hay mariposas blancas y negras.

Bueno, perdón, sí las hay. Hay algo que no está mezclado en Liberia. En mitad del mercado caótico de carretillas y mangos se alzan unas alambradas bastante altas. Desde los pocos lugares en los que se puede ver hacia dentro se amontonan adolescentes sonrientes que contemplan sin prisa cómo nos bañamos en la piscina del compound (residencia). Esa línea fronteriza sí es diáfana y cristalina, demasiado como para no verla.

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La jungla

Pues sí, reconozco que me ha pillado desprevenido el tópico de que Nueva York es una jungla. Después de todo este tiempo viviendo aquí estaba convencido de que esa frase, forjada probablemente en los 70, en los tiempos del Taxi Driver de De Niro, Mean Streets de Scorsese o la grandiosa Midnight Cowboy con el padre de la Jolie y Dustin Hoffman , era algo del pasado. Pensaba que se refería a esa violencia que hizo famoso el Lower East Side, Hell’s Kitchen o el mismísimo Times Square cuando era el reino de los cines porno, los “pimps” y la heroína.

Hay algo en el ambiente, quizás en la publicidad o en la cantidad de historias y reportajes que cuentan una y otra vez como el alcalde Giuliani acabo con la violencia y las miserias callejeras en los 80 y 90.. ..echad un vistazo en google a la revuelta de Tompkins Square Park en el 88. ….. Y la verdad es que sobre la superficie sí, Nueva York es probablemente una de las ciudades más seguras del mundo: los policías y sus revólveres aparecen a cada esquina, los indigentes y cualquiera que esté pidiendo dinero parecen haber estudiado protocolo y diplomacia y no hay calle despoblada ni metro de madrugada que te provoque la más mínima inquietud o te haga apretar la cartera con fuerza.

Hay muchos que piensan que lo que Guiliani se cargó en aquella famosa intervención en Tompkins fueron los últimos resquicios de la libertad, la creatividad, la bohemia, la expresión artística, y si, porque no, el anarquismo también, que hacía de esta ciudad un lugar tan especial. Otros piensan, que gracias a la “mano dura” , Nueva York es hoy uno de los lugares más interesantes del mundo para vivir, pues gozando de quizás la mayor diversidad cultural, étnica y artística del mundo, siendo el lugar donde muchas tendencias se siguen gestando (a pesar de todo...), se puede vivir sin los inconvenientes de otras grandes ciudades con características similares, donde la seguridad se ve comprometida a menudo y la violencia es mucho más visible.

Sin embargo en los últimos meses mi perspectiva ha cambiado y veo clara alguna herencia de esa manera “guilianesca” de tratar las situaciones. En Nueva York todo funciona muy bien si sigues las normas y si tienes el dinero para no preocuparte de porque te lo roban en cada servicio(llámale restaurante, parking , gimnasio, hospital..) sin darte casi nada a cambio. Cualquier alteración de estas dos variantes te coloca en una situación de indefensión casi inmediata, puesto que, en aras de la seguridad y el valor sacrosanto de lo establecido, se castra radicalmente el derecho a la expresión de tus ideas.

Si, Nueva York es una jungla, pero no la que nos mostró el cine, otra muy distinta, que te arrincona cada día y te obliga a estar en un permanente estado de alerta. Y solo hay una manera de vivir aquí sin ser objeto de este tipo de atropellos constantes: o agachas la cabeza y pones el culo o eres más rápido y agresivo que ellos y te los comes antes de que te coman.

En fin, sin ánimo de sentar cátedra, esta es mi visión de lo que significa ser parte del microcosmos social y cultural supuestamente más avanzado del mundo. La verdad es que Sinatra la bordó en su famosa canción de New York: If you can make it here, you’ll make it anywhere. It’s up to you (a nadie más le importa)

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Arrancamos

Para abrirse algunas ventanas requieren un leve giro de muñeca y un suave movimiento para atraerlas hacia ti. Otras, elevar una palanca y proyectarlas al vacío. La de mi habitación de niño, el esfuerzo hercúleo de levantar un marco de madera tal como los fortachones del circo sus pesas.

La inmensa mayoría son de cristal, pero el de algunas es tan endeble que no encaja en el rectángulo en el que se enmarca, ofreciéndote la intemperie. Las más afortunadas, en su inmaterial existencia nunca se enfrentarán a un termómetro que amenace con el cero. Ante su armazón inerte, nos otorgamos la potestad de abrirlas, cerrarlas o entornarlas.

Detrás de las cuatro ventanas a las que hace referencia el título de este blog se esconden una dama, dos gallardos caballeros y un escudero que les acompañará para evitarles las tareas más prosaicas

La primera de ellas se abre a un hospital que huele a mar y su protagonista es puro contraste con quien le rodea. Un estetoscopio enganchado a un hombre, un hombre arrastrado por la lírica y la buena mesa.

La segunda da a un patio de tierra, con su pilón y un árbol frondoso que la sombrea. Cerca se localiza una pulpería, pero allá los cefalópodos no lamentan su existencia. Su dueña es un bumerang que siempre regresa, ¿cuál será el próximo movimiento?

La tercera se abre también a un patio pero éste de luces, abrigado en una manzana que, a modo matrioska, encaja dentro de otra gran manzana. Desde fuera, se escucha el falsete de un cantante que apura en acústico las contradicciones de este mundo y sus penurias en el amor.

A través de la que completa el cuarteto hoy trasluce el sol, pero lleva meses sufriendo el monótono repenique de la lluvia. Aquí se encuentra de verdad el infierno para los pulpos y para que el tópico se cumpla, a veces alguien templa una gaita. Su inquilino defiende como si fuese un espadachín, a base de estocadas de teclado, los más variados propósitos que se le encomienden.

Empujamos a partir de hoy cuatro ventanas que se abren a otras tantas realidades.

¿Que nos contarán?

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