El otro día fui a San Juan Pueblo, una aldea a una hora de El Progreso, un pueblo de carretera con mucha gente de paso, y conocido por ser bastante inseguro. Ciertamente, nunca me había fijado que esa zona, hasta que hace unas semanas en la radio empezamos a conocer que uno de los empresarios más importantes del país está construyendo varias represas en los ríos de esa zona. Primera sorpresa: la siguiente vez que pasé por ahí me fijé que realmente había unos ríos chulísimos, con unas montañas que se perdían en las nubes. Y es que, como me dijeron después unos compas, ahí hay una reserva protegida, Pico Bonito; y debe ser así, porque dicen que en los picos hay un microclima en el que llueve todos los días. Imaginaros la vegetación por esos lares.
Nosotros no pudimos subir hasta esos picos, porque en la falda de la montaña había un cartel de “no pasar” y un ingeniero de la empresa que está haciendo la represa. Cuando le preguntamos al señor por qué no podíamos pasar, ya que era un camino para todo el mundo, nos contestó: “ claro que sí, es un camino para todo el mundo; lo único que tienen que hacer es llamar el día antes a la empresa para que les de la autorización para pasar”. Me pregunto yo qué harán cuando tengan una propiedad privada… Llegamos entonces a la zona en donde estaba la gente del pueblo reunida. Y entonces me llevé la siguiente sorpresa con San Juan: ahí estaban reunidos el párroco, gente la parroquia, maestros de escuela, asociaciones de vecinos (que aquí se llaman patronatos), chavales… porque la reunión se trataba de defender sus ríos, y de exigirle a la empresa que está construyendo la represa que socialice el estudio de impacto ambiental. Y es que como ellos decían, San Juan tiene claro que es necesario echar los restos para defender lo que es de todos.
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