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Subiendo la carga a doscientos…..¡apártense!

Es siempre de lamentar cuando alguien no deja. La pérdida es irreparable, nos ensombrece y duele, pero si se trata de un ser tan joven, con tan poca vida en su haber, la ausencia resulta insoportable. Cuatro ventanas abiertas irrumpió sin grandes aspiraciones, nació frágil y tímido, delicado de salud y así tras algunas entradas enfermó de gravedad.

La verdad, a estas alturas sus progenitores habíamos asumido su desaparición, pero no contábamos con la tenacidad mular de su médico de cabecera: Federico Ramón, quien se resistía a certificar su fallecimiento.

Antes bien, con la habilidad y parsimonia que otorgan cinco años en las trincheras de uno de los más combativos hospitales, el galeno no vaciló, agarró el desfibrilador e impactó una contundente descarga sobre el corazón de este proyecto. Claro que a la primera el músculo ni se inmutó -el suspense obliga-, tuvo que ser tras la aplicación de un segundo golpe cuando un leve pitido, mínimo, casi imperceptible denotó que todavía corría un hálito de vida entre la maraña electrónica que lo sustenta.

Todavía no está claro si la mejoría es estable. Tras lo vivido, en el parte médico se impone la precaución. Si para su correcto funcionamiento se necesitan dos ventrículos y dos aurículas, por el momento sólo tenemos aseguradas una de cada. Esperemos que las dos cavidades restantes se den por aludidas, y se dilaten y contraigan como imponen los dictados de la creación.

El tiempo de reposo no ha sido en balde. A este humilde cuaderno de bitácora, caja negra de los escritos de sus autores, ventana abierta a esplendores tropicales, húmedos granitos y furias urbanas, se le ha añadido una adiposidad. A partir de ahora, un servicio de suscripción vía e-mail (ver columna de la derecha) llevará a los correos de sus lectores las novedades que se produzcan, sin tener que entrar en él de manera rutinaria.

Nada más que recordar que en la trayectoria de este blog figura ya una muesca de fracaso, sus impulsores intentaremos evitar nuevos baches.

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