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EL PATIO DEL HOSPITAL

El hospital está construido alrededor de un patio que ocupa la parte central. Alrededor están las salas de los pacientes y los despachos comunes de médicos y enfermeras. Hay un corredor cubierto justo en la parte de afuera de las habitaciones, con bancos donde muchos de los pacientes, los que no están demasiado enfermos, se sientan a pasar el día. Algunos familiares duermen allí por la noche

El suelo del patio es de piedra enmohecida. Hay plantas dispersas, un depósito de agua, fuentes y más bancos en la parte central.

Todo parece hecho para que la gente se quede, al contrario que en nuestros hospitales, en los que todo parece hecho para que la gente se vaya lo antes posible.

Se hace de todo en ese patio. Las madres recogen la comida que se reparte dos veces al día. Dos cazos humeantes de arroz que cada uno complementará con su salsa. Los niños se lavan desnudos, de la cabeza a los pies, tiritando mientras se remojan a sí mismos, desde bien pequeñitos, con cazos de agua recogida de las fuentes. Hombres y mujeres se lavan los dientes, escupen, restregándose el torso desnudo mientras miran hacia la nada, sonrientes.

Los niños mean y las mujeres lavan la ropa o las ponen a secar. Yo paso de prisa por mitad del patio para acortar el camino y alguien me grita: “Opoto”.

Un amigo me dice que nuestro principal mandato en Sierra Leona es “hacer patio con ellos”.


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Es solo el juego

Estoy ya con los últimos capítulos de The Wire, sin duda una de las mejores series que he visto en televisión. También es verdad que toca muchos temas que me atrapan: violencia, mafia, venganzas…pero sólo en la ficción, eh.

En uno de los últimos capítulos, uno de los capos de la droga, el último en llegar, un tío emergente que se ha librado de tres o cuatro rivales de manera expeditiva, responde a uno de sus soldados cuando este le inquiere sobre el porqué de cargarse a uno, amenazar a otro, actuar a espaldas de todos y al final traicionarlos, con una laconica respuesta: - es solo el juego.

Me sorprendió la coincidencia porque hace escasas semanas me atreví a ver Wall Street II y en uno de los diálogos Gordon Gekko, otrora prototipo de hombre de negocios de éxito y con el cambio de siglo transformado en un gurú que llena salones de conferencias vendiendo humo, cuando justifica las trampas, zancadillas, corruptelas y demás acciones que han organizado su vida, sonríe con malicia y proclama satisfecho: - es solo el juego.

A pesar de que cada una de las historias trata sobre dos mundos aparentemente inconexos, en ambas se repetía la idea de jugar para mandar, dominar, controlar, juzgar, imponer y dictar. De pelear con toda la contundencia necesaria para satisfacer un ego atávico, un instinto poderoso porque embarga a los hombres desde que descendimos de los árboles y nos sacudimos el pelo de encima.

Pero mientras los que se desean poderosos juegan a ganar, quien sale perdiendo es siempre la mayoría, quien sin proponerse estar en el juego se convierte en un peón o un peldaño más; nunca o en contadas ocasiones los que juegan, porque para subir a lo más alto es necesario apoyarse sobre mucha gente.

Dentro de esta ilógica del poder que empapa todo lo que nos rodea, enseguida identifico a algunos de los mayores afectados: los refugiados de las infinitas guerras entre clanes de África por hacerse por el control de una zona, de sus recursos y materias primas; los trabajadores de mayor edad a los que se les expulsa del mercado de trabajo apelando a su escasa competitividad; las chicas jóvenes que se les rechaza de los trabajos ante la posibilidad de que se queden embarazadas; los ciudadanos de Estados Unidos sin atención sanitaria por no contar con un seguro.

Y como no los quince asesinados en la ciudad de Progreso, en Honduras, que nos comentaba Yolanda, y los niños que se escurren de la vida en Sierra Leona como arena en la mano.


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Un extracto de una canción de Frank Turner

Estoy un poco en barbecho intelectual….es como si mi cabeza solo respondiese a los estímulos que llegan tras la contemplación de la interminable bandeja de entrada del correo electrónico que uso para ganarme la vida… Me jode esa sensación de que se me acaban los días sin tener suficientes ratos para mí o para los demás….

Por suerte, entremedias siempre se me cuelan, como faros en la niebla, los susurros (o gritos en este caso) de algunos de esos visionarios que hacen que el resto del mundo despertemos de vez en cuando. Hoy, una vez mas, ha sido así para mi. Y gracias a Frank Turner me he parado, aunque sea unos minutos, a dejarme calar por estas verdades que se gasta y, de paso, a escribiros un rato. Os dejo esta frase de ahí arriba y si Gelito-Webmaster lo tiene a bien este video de su temazo:



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Se muere, se baila, se reza

Termina la época de lluvias dando su último do de pecho. Las tormentas cada vez son más espectaculares. Muchas tardes, desde el despacho de la pediatría, sigo viendo las luces de fondo, como de telón de fondo en una representación de Luces de Bohemia.

Hemos comenzado a experimentar la muerte de niños conocidos. Ha impreso en mí vívidamente la sensación de desigualdad en nuestro mundo. No lo vivo con culpa sino con dolor. No hay destinatarios, a todos nos corresponde un poco. Siento que algo debería ser distinto y que hay que construirlo desde todos los lugares y con cambios profundos de mentalidad. Complicado, largo, subjetivo, increíble.

La alegría continúa inalterable, mezclada absolutamente con todo. En una cama un niño muere, al lado un niño sonríe. El mundo se percibe con los colores de las ropas y los sonidos de los cantos. Se muere, se baila, se reza.

Hoy una enfermera me ha dicho: "Sólo Dios sabe por qué siguen en segunda ronda las elecciones en Guinea". El director de enfermería del hospital se pasea por las tardes imponiendo las manos a los enfermos, consolándoles. Mientras tanto los musulmanes rezan orientados hacia la meca. Todo es tan distinto y nosotros en medio, como los colores y la muerte.

Cuando piense en África y no esté aquí lo echaré de menos, es la primera vez que lo siento.

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Las cifras y los rostros de esta semana

La semana pasada comenzaba con la noticia de un asesinato a 15 personas en un campo de fútbol. Por supuesto, de nuevo, lo primero que dijeron las autoridades policiales fue que “esto fue un ajuste de cuentas entre maras”. Y se acabó la noticia y el caso.

A finales de la semana tuve una plática con un muchacho que vive en la colonia en donde sucedió el trágico suceso, la Rivera Hernández. Me decía que los vecinos y vecinas estaban realmente afectados, que la colonia no levantaba cabeza, porque si era posible hacer esto en pleno día, en una de las pocas actividades de ocio que tenían en la colonia, los partidos de fútbol, ¿qué les quedaba?

Pero que lo peor había sido para ellos, la condena de las autoridades a las víctimas. “Mi hijo era un albañil, un chavo honrado, lo estoy enterrando sin saber por qué; aun no lo terminé de velar, y lo están llamando marero, es decir, asesino, ladrón…¿ por qué nos pasa esto? “.

La Rivera Hernández es una de esas colonias malditas, de las que se dicen que “entras si quieres, sales si puedes”. Está ubicada en los llamados cordones de pobreza de la mayor ciudad industrial del país, San Pedro Sula, a los largo del bordo de los ríos más acaudalados de Honduras, y que más problemas causa en caso de lluvias o tormentas.

Varios de sus pobladoras y pobladores le ponen el rostro al 66% de las familias hondureñas que viven por debajo de la famosa y maldita línea de la pobreza; en muchos casos familias campesinas que ponían su esperanza en la vida de la ciudad, o chavos y chavas jóvenes que esperan su gran oportunidad de trabajo en la maquila, y si no la encuentran, se van de mojados.

Estos son los mismos hombres y mujeres que luchan cada día por sobrevivir, y que se organizan para apoyar el único centro de salud que tienen en el barrio, regentado por la parroquia del lugar, y con un médico que llega algunas horas al día. Pero como dicen ellos, “ahora que conseguimos que haya un médico que quiera entrar aquí, más fácil será conseguir el pisto que falta para ayudar a pagarlo”.

Esta misma semana me entero que la Unión Europea ya dio 40 millones de euros a la policía hondureña, según ellos, con muchos controles, pero no han pedido ningún tipo de depuración dentro de los cuerpos policiales. Y es que la seguridad es cara, una bomba lacrimógena, tan populares en estos días y en estos lares, cuesta casi 100 euros. Para nuestra tranquilidad, también informaron que aportaron 1 millón de euros para los defensores de derechos humanos, porque son conscientes “de que sigue existiendo peligro”.

Y me entero también para terminar la semana, que en el presupuesto hondureño de 2011, suben las partidas de la Secretaría de Seguridad, de Defensa y de la Presidencia; a cambio, bajan las de partidas de la Secretaría de Educación, Salud y COPECO (la instancia encargada de atender las emergencias por desastres naturales).

“El Estado crea “los indeseables”, al dejar de cumplir las funciones sociales para las cuales fue históricamente creado, y después los margina, excluye, confina, o mata (o deja matarlos)”. Juez Cançado Trindade, en el caso Servellón vs. Honduras, ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

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Un altar para dominar el mundo

Mañana, sábado, seis de noviembre, el Papa Benedicto XVI se desplaza a Santiago de Compostela con motivo de la celebración del Año Santo.

A la previsible llegada de miles de fieles al encuentro con el embajador de la paz, se ha unido un desmesurado contingente policial que se ha desplegado a lo largo de la última semana por toda la ciudad. De modo que los compostelanos conviven estos días con nutridos pelotones de policías y controles en todos los puntos de acceso .

Hay que añadir, además, que desde el miércoles un helicóptero sobrevuela a todas horas los tejados y policías nacionales acompañan en cada vagón los trenes con destino Santiago.

Bajo estas circunstancias hay que esforzarse en recordar que quien visita la ciudad es el santo padre y no el presidente de Irán, Siria o cualquiera de esos países amigos de occidente.

Benedicto XVI aterrizará en el aeropuerto de Santiago a las 11:30 horas. A pesar de reiterarse que se trata de una cita de carácter únicamente pastoral, le recibirán en el aeropuerto los Príncipes de Asturias, el vicepresidente del Gobierno y el jefe de la oposición.

Tras un breve encuentro con cada uno de ellos, el sumo pontífice recorrerá los 11,6 Km. que separan el aeródromo del centro de la ciudad en el llamado Papamovil, ajeno al peligro cotidiano de los radares, pues con la intención de facilitar el saludo de sus adeptos reducirá la velocidad a unos 15 Km./h.

De nuevo apelando a motivos de seguridad, se han prohibido aparcar ambos lados de la carretera en todo el recorrido y se ha procedido a retirar todos los contenedores.

En sus aparaciones en los medios de comunicación, las autoridades eclesiásticas y gubernamentales están exhortando de manera encarecida a los ciudadanos a recibir a su santidad en el trayecto hacia el Obradoiro. Por el contrario en algunos balcones de la ciudad preside un cartelón que reza: Eu non ten espero.

Bajo este rótulo se agrupan diversos colectivos de la sociedad civil de Santiago que tachan la visita de inoportuna, habida cuenta principalmente de los gastos que su organización implica para las arcas públicas, estimados por la administración gallega en unos 4 millones de euros, cifra que otras fuentes elevan a 9 millones.

El punto álgido de la presencia del santo prelado será la misa solemne que presidirá en la Plaza del Obradoiro a partir de las 16:30 horas. Los fieles que deseen asistir y no cuenten con invitación deberán ocupar las 6.000 plazas previstas a partir de las 08:00 horas de la mañana.

Para albergar a la curia y demás autoridades que asistan a la ceremonia, en uno de los laterales del Obradoiro se construye desde hace semanas un altar. Se trata de un impresionante escenario, a cargo de un reputado arquitecto gallego, de líneas depuradas y vestido de un blanco inmaculado. Su coste asciende a trescientos mil euros. Una vez finalizada la ceremonia, se procederá a su desmantelamiento pues no se ha previsto que tenga nuevos usos.

Ocho horas después de aterrizar en Santiago, tras bajar al centro de la ciudad, visitar la catedral y presidir la eucaristía, el Papa retornará de nuevo al aeropuerto. La gira continua y la próxima actuación tendrá lugar el domingo en Barcelona para consagrar la Sagrada Familia.

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